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38,00 €Una visión idealizada de la modernidad, generada por la ilustración europea, impulsó a España a tratar de compartir esas inquietudes y transformar un proceso social y cultural que consideraba decadente. La necesidad de mantener un extenso imperio para que la monarquÃa borbónica sostuviera sus privilegios llevó a pactos de familia, guerras desastrosas y a la consolidación de un despotismo que pretendÃa ser también ilustrado. Las historias que en América hemos asumido, han sido siempre una especie de proyección de este proceso mÃtico de los ilustrados y sus desvelos modernizadores. Sin embargo, una lectura dese la América hispana en el campo de la arquitectura y las artes, nos lleva a constatar las falacias que han predominado en la historiografÃa. La creación de las academias fue más una herramienta del despotismo que de la ilustración y desarticuló los sistemas productivos de los americanos so pretexto de combatir al barroco e imponer al neoclasicismo, hijo dilecto de la razón. Clausuró los gremios y las cofradÃas, impuso exigencias que no podÃa concretar y pretendió transferir las realidades europeas que fracasaron notoriamente en el campo esencial de la economÃa hispana: la minerÃa. La Academia de Bellas Artes, que debÃa validar desde Madrid los proyectos arquitectónicos americanos, no aprobó ninguno de los que se le enviaron. Por contrapartida, las escasas propuestas enviadas desde dicha institución hacia América, realizados por ilustrados arquitectos que no conocÃan ni la dimensión del terreno donde se ejecutarÃa la obra, ni los materiales, ni los recursos disponibles, tampoco habrÃan de ser concretados. Fue, pues, una perfecta máquina de impedir, que llevó a los americanos a que sus obras fueran ejecutadas clandestinamente, sin los permisos de rigor. Solamente los Ingenieros militares y los navales trasladaron experiencias sólidas y comprometidas. Los gastos de fortificación americana fueron un presupuesto fundamental en la economÃa española, pero, no obstante, España se negó a crear Academias Militares de ingenierÃa para los americanos, aunque sà las realizó en Ceuta y Orán. El presente libro da cuenta de todas estas realidades que confirman una idea inicial: hubo más despotismo que ilustración.